sábado, 21 de enero de 2023

CUENTOS NAVIDEÑOS

 ¿ERES TÚ, ABUELO?

    -Las estrellas, esas esferas de gas que ves en el cielo cada noche tras el atardecer, tienen
sus propias historias. Algunas las contaron en su vida pasada, pero otras... Otras ni siquiera
llegaron a conocer a alguien con quien compartirlas. Quiero que sepas, Alma, que cuando yo
no esté aquí contigo seré la estrella que te guiará, y siempre me podrás decir lo que te pase.-

    Ese pequeño monólogo se lo repetía su abuelo a menudo, mientras estaban sentados en el
porche de su casa o simplemente mirando por la ventana el uno junto al otro, hasta que casi un
año antes él falleció.

    Alma siempre se repetía esas palabras en su cabeza, día tras día, mientras veía cómo
cambiaban los colores del cielo hasta llegar a un azul oscuro y profundo abarrotado de
pequeños destellos a cada cual más brillante.

    Lo que no sabía era que le echaría tantísimo de menos en Navidad. Concretamente la
Nochebuena. Era casi insoportable necesitar un abrazo de alguien que no está.

    Se limpió con el dorso de la mano una lágrima que se le había escapado contra su voluntad.
Esbozó una sonrisa amarga. ¿Por qué no podía volver su abuelo aunque fuera esa noche?
¿Tan complicado era? Ella solo deseaba eso para Navidad, mientras que otros niñosperdían el
tiempo buscando cualquier ridículo juguete que pedir.
-¡Alma, baja a cenar! -la voz de su madre desde la cocina, donde tenía la costumbre de
pasarse el día entero hasta la hora de cenar en familia. Ya le llegaba a Alma el ligero olor de la
deliciosa comida de su madre, y se le hizo la boca agua.

    Fue a darse la vuelta para hacer lo que su madre le había dicho, pero por el rabillo del ojo vió
una estrella que le llamó la atención más que el resto. Se volvió a girar y se asomó por la
ventana, más interesada que antes. ¿Por qué le daba la sensación de que brillaba más que las
demás?

    Frunció el ceño, confundida, y creyó reconocer la constelación de Orión, pero abrió mucho los
ojos al darse cuenta de algo. ¿Sería esa estrella tan deslumbrante su abuelo, y la estaba
saludando? Sí, era él. Estaba segura.

    Cómo era posible que lo supiera era un misterio... pero era una certeza que creería de por
vida.

    Sonrió, emocionada, y empezó a agitar la mano como devolviéndole el saludo a su querido
abuelo. Le dió la sensación de que ahora brillaba con más intensidad la estrella, si bien sabía
que era imposible. Pero ella no perdió la ilusión, y siguió sonriendo ampliamente, hasta que un
grito de la planta inferior la sacó de su ensoñación.

-¡ALMA!

    Pegó un brinco, asustada, y se apresuró a bajar las escaleras casi corriendo. No fue hasta
que llegó a la puerta de la cocina cuando se dió cuentadel murmullo constantre que provenía
del salón. Se acercó a su respectiva puerta, cautelosa, y al abrirla su expresión fue digna de
enmarcar.

    Estaban sus amigos y amigas más cercanos junto con la mayoría de su familia esperándola,
colocados en dos filas una detrás de la otra. En cuanto la vieron, comenzaron a cantar un
villancico con bastante coordinación. Su madre le hizo un gesto para que se acercara. Y eso
hizo, todavía pasmada.

    Sin siquiera darse cuenta, había empezado a cantar ella también y poco después se
encontraban en el patio de la casa. Había empezado a nevar un rato antes, y ya una capa de
nieve cubría el asfalto de la carretera y la hierba del jardín. Alguien lanzó la primera bola, y a
esa le siguió otra y otra. Empezaron una guerra de bolas de nieve, llena de risas y gritos.

    Alma fue la más feliz de ahí. En un momento dado, desvió la mirada al cielo hasta que
encontró la estrella en la que se había convertido su abuelo, exactamente en el mismo sitio.

    En ese momento se dio cuenta de algo.

    La Navidad no la debía pasar lamentándose por la ausencia de un ser querido. Aunque le
echara en falta, esa época del año era para pasarla con las personas que sí tenías contigo.
Riendo, sonriendo, hablando, comiendo... Había tantas cosas para disfrutar que no las debía
dejar pasar. Y menos, sabiendo que la persona que no estaba habría disfrutado de estar ahí. Y
probablemente lo hacía desde el cielo, en forma de esfera de gas brillante.

    Porque esa estrella la guiaría, tal como su abuelo había dicho que haría incontables veces.

    La sonrisa de su cara fue la más real que había esbozado ese último año.

    -Feliz Navidad, abuelo -murmuró, mirando la estrella.

Paula Gámez Pertíñez, 2º ESO A

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